La mayor parte de la música pretende influir de alguna manera en los oyentes y puede ser clasificada según la función que cumple. Se puede hablar, por ejemplo, de música comercial, o publicitaria, cuya función es ayudar a vender algo; de música ornamental o ambiental, como la que se escucha en salas de espera y locales públicos, cuya función es decorar un espacio; de música complementaria de la imagen o incidental, como la utilizada en el cine o la televisión; de música religiosa, la que se escribe e interpreta con fines religiosos; de música de identificación social, como los himnos nacionales o deportivos, o de música de ocio, destinada a proporcionar diversión a quien la escucha, por ejemplo, la música para bailar.
Sin embargo, existe una clase de música, que se suele llamar artística, que podría ser definida como aquella que está completamente libre de todo fin utilitario, y que no pretende servir para otra cosa que para ser escuchada como tal música. Rara es la composición, es cierto, que se ha visto, al menos en el momento de su creación, completamente libre de alguna de las funciones antes señaladas, pero ¿qué función utilitaria se podría atribuir a una música compuesta hace siglos, por ejemplo, para una ocasión solemne, cuando se escucha hoy en una sala de conciertos solo como música?